En algunas civilizaciones antiguas, aquellos que conseguían tesoros en vida se enterraban con ellos, o se los llevaban al más allá en una balsa. Afortunadamente hoy día la gente es más práctica, como Don Messner, que ha donado su colección de Corvettes conseguida con el esfuerzo de una vida.
Messnet era un empresario de éxito al que se le diagnosticó un cáncer terminal en enero de 2012. Falleció en mayo, no sin antes haberse hecho con uno de los últimos ejemplares de la sexta generación un 2013 Corvette 60th Anniversary Edition. Acordó con el museo la donación, y los coches ya han llegado.
El National Corvette Museum se encuentra en Bowling Green (Kentucky, Estados Unidos), próximo a la fábrica que los vio nacer. Esta donación es la más grande que han recibido hasta la fecha. Los coches se compraron en buenas condiciones y se mantuvieron en la “caja de juguetes”, un garaje especial climatizado.
La colección consta de los siguientes modelos:
1965 Corvette coupé de carreras (unidad única)
1967 Corvette 427 convertible
1969 Corvette convertible/hard top
1989 Corvette coupé
1990 Corvette ZR-1
1996 Corvette Collector’s Edition
1996 Corvette Grand Sport
2000 Corvette convertible
2008 Corvette Z06
2013 Corvette 60th Anniversary (entregado en el Museo)
Su viuda, Marlene, está contenta de que miles de personas puedan ver el legado de su esposo. Don quiso que la colección sirviese de inspiración al personal para trabajar duro y algún día poder permitirse un Corvette… o varios. Igual alguien se motiva leyendo esto.
Bienaventurados los que regalan sus Corvettes, porque otros podrán disfrutar de ellos en el futuro. Desde el aniversario de su muerte (10 mayo) hasta el 12 de septiembre de 2014 habrá una exhibición especial con los coches de Don. Si alguien tiene la oportunidad de irse hasta allí, ya sabe qué no se debe perder.
Enlace | National Corvette Museum
Esa sensación de abandono...
La de hoy es puro terror psicológico, estáis avisados. Es como leerse ‘El retrato de Dorian Gray’ mientras nos observa ‘El Cuervo’ de Edgar Allan Poe y suenan de fondo los violines de ‘Psicosis’ cuando recibimos certeras puñaladas de vieja loca en los ojos. ¿Exagerado? Psé… A la foto de arriba me remito.
Y de fotos va la cosa, porque la colección de viejas glorias de la competición completamente abandonadas que hay al otro lado del enlace que os dejo da para llorar, para indignarse, para gritar y para regodearse en el dolor. Dolorpasión™ ocurre en domingo, y aquí sólo vamos a reproducir un par de fotos light, el resto es cosa vuestra. Hay de todo, pasando por Le Mans y el Grupo B de Rally. No se sabe dónde andan todas estas criaturas. Algunas son imágenes de Dubái, de otras no hay constancia.
Alpine Renault
No iba a apuntar nada más, pero lo hago porque soy incapaz de contenerme. ¿Pero es que nadie va a pensar en estos bichos? En el Alpine, en el Stratos, en los Ferrari… Y si los queremos más mundanos, están el R-5, el Fiat 500 y hasta un Simca 1000 con el emblema de Talleres Montserrat. Aquí hay dolor a todos los niveles… y aquí hay uno que se vuelve a la cama mientras se le revuelve el alma.
A subasta, el Lincoln Continental usado por JFK
Aquella mañana del 22 de noviembre de 1963, John Fitgerald Kennedy salió del Hotel Texas, en Fort Worth, en dirección a la Base Aérea de Carswell, donde tomó el Air Force One hacia Dallas. Y en aquella ciudad fue tiroteado. El desplazamiento del hotel a la base aérea lo hizo a bordo de un Lincoln Continental que el día 24 se subasasto en Boston, Massachusetts.
Este coche fue cedido por Bill Golightly, de Golightly Auto Sales en Fort Worth, para que lo usara el presidente de Estados Unidos mientras estaba en la ciudad. El Lincoln Continental de 1963 ha sido cuidadosamente restaurado, se le ha cambiado el motor y se le ha reparado y pintado la carrocería.
En el interior, nada ha cambiado. El Continental conserva todo el cuero rojo e incluso el escudo presidencial. Como si no hubiera transcurrido el tiempo desde que JFK realizó aquel viaje. El coche fue fotografiado y filmado hasta la saciedad durante aquella mañana. Se le denominó Limo One y se convirtió en el último automóvil que llevó a Kennedy de forma segura.
Tras su breve utilización por el presidente de los Estados Unidos, el Lincoln Continental fue devuelto a Golightly, quien lo vendió a David Pelham un año más tarde, en Dallas. Él lo transmitió en 1967 al titular del Museo de la Tragedia Americana; cuando esta institución cerró sus puertas en 1998, el Limo One pasó a subasta pública.
En cuestión de dos semanas, y ahora que se cumple el 50º aniversario del magnicidio, quizá este vehículo tocado por la Historia tenga un nuevo propietario. Su precio de salida es relativamente bajo para un coche como este: 50.000 dólares (apenas 37.000 euros).
Más información | RR Auction
Fotos | RR Auction (pdf; recomendado: click derecho > Guardar como…)
Fuente motorpasion.com
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